"Tengo 27 años y tengo cáncer de seno" HD

09.11.2011
Ensenada.- Su eterna sonrisa y la vibra positiva contagia a todos los que la conocen, a sus 27 años Mariana Ibáñez Rosiñol hace frente a un cáncer de mama mientras que con admirable entereza encabeza la campaña de prevención más grande que jamás se haya hecho en Ensenada. Fue el 4 de julio de este año cuando su vida dio un giro de 360 grados, tras varios meses de estar batallando con una bolita que tenía en el seno derecho, Ibáñez fue diagnosticada con cáncer de mama. Su historia comenzó hace un año, cuando el 5 de octubre de 2010 durante una autoexploración la joven sintió una bolita del tamaño de la cabeza de un alfiler. Ibáñez espero hasta enero, cuando le tocaba su chequeo anual, para realizarse un ultrasonido mamario. El radiólogo que le realizó los estudios le aseguró que se debía a una condición fibroquística. "Nada de qué preocuparse", le aseguró el técnico y le explicó que a su edad es muy común encontrar bolitas de grasa o inflamaciones en los pechos, pero que es raro que sean tumoraciones malignas. Ibáñez quedó más tranquila y continuó con su vida normal. A los pocos días de la revisión médica la comunicóloga, egresada de la Universidad Iberoamericana en Tijuana, recibió una oferta de trabajo en la Riviera Maya que no podía dejar pasar. Pronto se fue a trabajar como Ejecutiva de Relaciones Públicas de los hoteles Gran Bahía Príncipe en Playa del Carmen. Con un nuevo empleo, en una ciudad diferente, del otro lado del país y muy lejos de su familia, Ibáñez comenzó a sentirse mal. Sufría de dolores de estómago, fiebres y dolores de cabeza constantes que ella atribuía al calor y al agua de Quintana Roo. Para ese entonces la pequeña protuberancia que sintió aquel día en Mexicali del tamaño de un alfiler, ya tenía el tamaño de una canica. Ibáñez consultó a un par de doctores más, quienes insistían en que no tenía nada de qué preocuparse y que era demasiado joven para sufrir una enfermedad tan letal como el cáncer, uno de los médicos inclusive la remitió a ayuda psiquiátrica argumentando que la joven se inventaba enfermedades que no tenía. Sin embargo, la ensenadense sentía que algo andaba muy mal. Desesperada se comunicó con sus papás en Ensenada con quien mantenía comunicación constante, pero sin darles detalles de su precaria salud para no preocuparlos. "Voy a Ensenada, vayan por mí", dijo a sus papás. A la mañana siguiente de su llegada Ibáñez se acercó a su papá, quién es médico, y le pidió que le revisara la bolita que seguía creciendo en su pecho. En ese momento la joven le contó que había visto a varios doctores quienes le habían dicho que era sólo una inflamación, pero su intuición le decía que "eso no era normal". El médico se sorprendió de la situación en la que se encontraba su hija y de inmediato le aconsejó que se comunicara con el Doctor Salvador Navarro Hernández en León, Guanajuato, conocido como uno de los mejores médicos y senologos del país. A los pocos días Ibáñez y su papá arribaron a León, donde de inmedia

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