Lo que no se vio en Candy Candy!
Cuarenta años han pasado de la creación de esta caricatura, tal vez fue la niña Candy quien nos enseñó en la infancia, que en la vida no hay finales felices. Que ser bueno no necesariamente equivale a que tu futuro sea exitoso y que por más que quieras, no siempre puedes quedarte con el amor de tu vida, nos recordó que al mal tiempo buena cara, y que la alegría es un bálsamo. De todos los cartoons de la época, tal vez fue esta historia japonesa, la que a través del género melodramático mostró las argucias de la vida un poco más cercanas a la realidad. No hay treintón o treintona que no lamente la separación de Terry Grandchester y Candy en Nueva York aquella terrible noche de nevada, todo por compasión hacia la inválida Susana. Para quienes fueron niños en esa época, ahora muchos de sus fans aseguran que "Candy" protagonista era “demasiado” buena y que hoy en día, eso en vez de dar alegría más bien les da flojera. Nadie deja de admitir, eso sí, las lágrimas que provocó al mundo entero el egoísmo de Any, las mentiras de Eliza, la huida de Clin, la muerte de Stear y Anthony, la partida de Terry hacia América, la amnesia de Albert. Candy Candy que no era Sandy Bell tenía poco de magia y aventuras, fue situada en un contexto realista y norteamericano, lo que hace aún más destacable el talento de sus autoras orientales y el de sus artistas gráficos. Los escenarios animados están impregnados de carruajes, trenes, barcos, atardeceres, melodías a flautas, pianos y gaitas. Así como grandes ciudades, teatros y barcos. El romanticismo se declara en toda su expresión. Igual que Remy, otro niño huérfano y animado. Pero la característica del personaje de Candy es la alegría, -supongamos que por eso le cayó bien a la mayoría de los espectadores- sin embargo el espectro emotivo fundamental de la historia, es la nostalgia. El umbral sobre lo perdido y las fuerzas para seguir adelante.
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