OYMYAKON el lugar habitado mas frio del mundo - 10 Datos Curiosos HD

09.11.2016
A 60 grados bajo cero los pasos sobre la nieve suenan tan duros como una danza sobre el metal. El aliento se hiela y queda flotando como el aura de un ángel. Cien cuchillos cortan la cara al mirar hacia el origen del viento. Los coches no pueden parar el motor porque no volverían a arrancar. Y al llegar a casa uno mete las manos en el congelador y nota un intenso calor que reconforta. ¿Estamos fuera del sistema solar? No es el fin del mundo, es la fábrica de invierno: dicen que desde esta planicie, en la república rusa de Saja, brota y se reparte por todo el mundo. Y justo en el corazón de Siberia hay un pueblo pequeño y silencioso: Oymyakon, donde medio millar de paisanos se encogen de brazos cuando les dicen que la localidad está en los libros como el lugar habitado más frío del mundo. La imagen de las barandillas congeladas con una capa que parece de azúcar glas, del sol como una mancha en el horizonte y la furia de la ventisca cuentan ya toda la historia. Pero el occidental que visita el lugar suele menear la cabeza buscando palabras para explicar el frío que ha pasado. La temperatura media del termómetro marca 50ºC bajo cero durante los largos meses de invierno. El ajedrez, el cansino transitar de los renos, los cantos populares y, sobre todo, el vodka distraen un poco a los habitantes de su principal dedicación: sobrevivir. Sombreros de piel de zorro, gafas de esquiar, ropa interior decimonónica y botas recubiertas de pelaje de reno y un buen manojo de supersticiones cotidianas sirven para abrirse camino en esta tierra bella y salvaje. Mermelada, carne de reno, bloques de sangre de caballo congelada con macarrones, té ardiendo y pescado recién sacado del río son el combustible para aguantar hasta el verano luchando contra los elementos en una tierra donde hasta morirte es una batalla contra el hielo: antes de enterrar a los seres queridos hay que hacer una hoguera en el suelo para que se pueda cavar. A 7.000 kilómetros de Moscú asoman las cabañas de madera de Oymyakon viajando un día y medio por la autopista de Kolima, conocida como la "carretera de los huesos" por la cantidad de prisioneros que murieron construyéndola. Amos Chapple, un fotógrafo neozelandés, llegó en los primeros días de 2013. Quería conocer el lugar más frío de la tierra: "Eso da titulares", dice riendo. La gran aventura empieza con una noche por carretera, dentro de una furgoneta de doble ventana con un ventilador de aire caliente en el interior que sin descanso proyectaba hacia su cara una molesta calidez. "Dormíamos con el motor encendido, que es como intentar hacerlo con un grifo abierto, psicológicamente algo no cuadra en tu cabeza". Fuera, la temperatura iba ya por debajo de -50 grados. La mínima de enero llega con frecuencia a 68 bajo cero. Más hacia el este de las montañas de Kolima -inhóspitas pero ricas en oro- que estiran sus brazos de roca y hielo hasta Chukotka, una tierra de esquimales. El lugar más helado está a dos zancadas del fin del mundo. Fuente : h

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